Homenaje a Alejandro Agresti
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Es uno de los cineastas argentinos más premiados y reconocidos a nivel internacional y buena parte de su filmografía la realizó fuera de su país. A mediados de la década de los años ochenta irrumpió como una figura renovadora y de avasallante talento, que imponía su estilo personal, apasionado y deslumbrante, cargado de poesía, humor, irreverencia y amor por el cine. Llegó a Hollywood y hoy prepara el estreno de su nueva película, Mecánica popular, que marca el retorno a su tierra. Trae a Piriápolis El acto en cuestión, película mítica y casi invisible durante dos décadas, que ha resurgido en copia nueva digital. El festival se honra en recibirlo y entregarle un merecido Premio a la Trayectoria.
Fue a comienzos de los años ochenta cuando Argentina salía de una larga noche de la dictadura y el cine se acomodaba a la libertad reconquistada con la democracia. Entre desexilios y censuras que caían, asomó un nuevo talento. Títulos como El amor es una mujer gorda en 1987, marcaban el debut de un nuevo director que había comenzado unos años antes con varios cortos y algún proyecto que quedó sin estrenar como La neutrónica explotó en Burzaco (1984) y El hombre que ganó la razón (1986), con elenco importante como Arturo Bonín y Mirta Busnelli, actriz que se convertiría en presencia habitual en varios de sus películas.
Nació en 1961 en Buenos Aires y se formó de manera autodidacta, viendo mucho cine y experimentando con una cámara super 8. Así empezó en 1978 con cortos como El zoológico y el cementerio, Sola y La araña, en los que empezó a desarrollar su particular estilo. Se instaló como una figura que irrumpía con una mirada renovada con respecto al cine de su país. Es en ese momento que emigra y se instala en el exterior, en especial en Holanda, donde prosigue una intensa y elogiada producción con títulos como Boda secreta (1989), hecha en coproducción con Canadá y con presencia de Mirta Busnelli yque nunca se estrenó en Argentina.
En Holanda también participa en el extenso documental colectivo City Life y en el thriller Luba sobre una intriga con agentes secretos. Esa nueva etapa en su carrera lo consagra en festivales internacionales, mientras permanece siendo desconocido en su propio país. Luego de títulos como Todos quieren ayudar a Ernesto (1991) o Modern Crimes (1992), llega su obra consagratoria con El acto en cuestión, filmada en varios países y con elenco argentino encabezado por el inolvidable Carlos Roffe junto a Mirta Busnelli. Le seguirá otro título fundamental como es Buenos Aires viceversa, con Vera Fogwill y Fernán Mirás.
Su intensa trayectoria proseguirá con propuestas ambiciosas pero que acceden a un público más general como La cruz (1997), con Norman Briski como un crítico de cine que pierde su trabajo, El viento se llevó lo qué (1998) que obtuvo varios premios incluida la Concha de oro en San Sebastián, Una noche con Sabrina Love (2000), sensible retrato sobre la iniciación de un adolescente con gran labor de Cecilia Roth junto a Tomás Fonzi y la autobiográfica Valentín (2002) en la que presenta a un niño (Rodrigo Noya) que en 1969 sueña con ser astronauta. Luego de Un mundo menos peor (2004), con presencia por última vez de Carlos Roffé y premiada en Venecia.
Agresti pegará el salto hacia Hollywood y allí realiza la sugestiva La casa del lago, en la que nuevamente, como en gran parte de su obra la fantasía se entrecruza con la realidad para trazar una historia de amor que vence al tiempo. Contando con un elenco encabezado por la exitosa dupla de Sandra Bullock y Keanu Reeves y un gran presupuesto es seguramente su película más conocida por el gran público.
Incesante en sus búsquedas Agresti realiza una nueva apuesta en el camino del cine independiente con No somos animales, con actuación de John Cusack, el propio Agresti y nada menos que Al Pacino y rodaje en Argentina. Recientemente ha filmado Mecánica popular, que tiene a Alejandro Awada y Patricio Contreras en una historia sobre un editor en crisis que descubre un nuevo sentido a su vida. Ese sentido es el que el cineasta ha explorado en buena parte de una obra heterogénea, provocativa y desafiante. Una obra que tiene todavía mucho para dar pero que merecidamente recibe en Piriápolis el Premio Especial a la Trayectoria que en este año le entrega el festival.